Diario de una filóloga arrepentida

sábado, octubre 28, 2006

Alemania está superfeliz, está superfeliz...

El miércoles, aún a riesgo de empeorar mi garganta, llevé a la práctica eso de "donde fueres, haz lo que vieres..." y decidí ir al baile de Halloween de la universidad. Mi compañero de piso pasó de disfrazarse y yo, fiel a mi tradición de dejarlo para última hora, acabé comprandome en una tienda de las de Todo a 2 Euros unas pinturas y una metralleta de plástico. Con eso, unos pantalones anchos verde oscuro y una camiseta gris, me apañé un disfraz de guerrillera. Al llegar al lugar del crimen, ví una vez más cómo se me distinguía claramente del estilo de la mujer irlandesa en el vestir. El disfraz de moda entre las jóvenes autóctonas era el de putialgo: putienfermera, putipolicía, putibombera, putidiablesa, putibruja, putiseñora de la limpieza, putiperiodista... Un cuadro, vamos.

Tras una primera pinta de sidra, nos fuimos a explorar en búsqueda de algún conocido. En el salón de actos de enfrente se proyectaba una película musical extraña, parte de cuya gracia consistía en que, a ambos lados de la pantalla, se proyectaban los diálogos con algunas palabras y/o frases puestas en negrita. Dichas palabras tenían que ser coreadas por el público. Alucinando pepinillos nos hallábamos cuando alguien nos da un toquecito en la espalda. Media vuelta y ahí está uno de los alemanes de nuestra clase de "habilidades para la negociación" (¿qué? está muy bien para mejorar el inglés improvisado y... Bueno, vale, es que tenía muy buen horario.) Nos pregunta, con una alegría inusitada, si sabemos a qué hora ponen la de La Matanza de Texas, que a él la vista no le da para leer los carteles desde tan lejos. "Ehmmm... No es el planning de la noche, es el guión, así que ni idea." Ya ésto en sí parecía bastante raro porque no es por meterme con el carácter alemán, lo que pasa es que son... eso, alemanes. Nuestros temores sobre el alto nivel etílico del amigo germano se confirmaron cuando, aún sin poder leer la letra, se lanzó a cantar con la multitud enfervorecida. "Uy... Mmm... nos vamos para el bar. Nos vemos en la fiesta, ¿eh?"

De vuelta al mundo de todas las putialgo, escuchamos "Boys and Girls" en la voz del cantante de un grupo que no se parecía, ni en cuerpo ni en alma, a Damon Albarn. Al poco rato, la actuación terminó (¿y para ésto he pagado yo 8 euros? vamos, no me jodas...) y volvió la música enlatada. Miro hacia un lado y le comunico a mi compañero mi último descubrimiento: "Mira a la izquierda. Alemania entera... está superfeliz, está superfeliz" (ésto último cantando, como seguidora diaria que era de La Jungla, cuando la presentaba Arús). Y ahí se hallaba el grupo de serios, formalitos y educadísimos alemanes que nos acompañan cada miércoles en nuestra dura tarea negociadora. Habían mutado en la alegría de la huerta, cantando, bailando... y saltando cual alegres conejillos por el bosque de Canterbury. Para úlcera de mi compañero, habían llevado consigo a el grupito de 3 francesas, una de las cuales le gusta. Diréis ahora: "¿úlcera por qué? Si le gusta, será bueno que la vea, al menos.". Nooo, mal. Para comprender la magnitud de la úlcera, analicemos a dos de los miembros carismáticos:

1. Brad Pitt. Por si ser alto, rubio de ojos azules y guapo fuese poco, mi propio compañero reconoció, tras hablar por primera vez con él, que "es encantador... ¡qué hijo de puta!"


2. Michael Ballack. Su mote tiene menos retintín y mala leche porque mi compañero no le encontraba un buen símil tras haber re-bautizado al otro como Brad Pitt, así que se lo tuve que poner yo. En fin, si el Brad Pitt germano mide 1.80, esté medirá mínimo 1.85, es moreno, de ojos azules y yo diría que hasta más guapo que el otro. Sí, es el de la anécdota de la película musical.




Volvamos ahora al "tema úlcera". Que nada más lejos de mi intención que echarle tierra a mi compañero, pero ya me dirás tú si las francesas, ante semejante panorama, van a ver más allá de sus narices. Si es normal, si yo las entiendo...

Así estábamos, pidiendo unas sidras en la barra mientras observabamos la incontrolable alegría alemana, cuando Michael Ballack viene también a pedir algo, nos ve y, a modo de saludo, me guiña un ojo de la que pasa. "Ya puedes recoger las bragas del suelo, que se notó que se te caían. Cómo odio a los guapos, es que todo en su vida es más fácil. Es que os miran y ya caéis todas desmayadas. Seguro que las francesas igual", criticó ferozmente mi compañero. Por suavizar el tema úlcera, le pregunto cual de las tres gabachas es la que le gusta. "La bajita del medio". "Ah. Pues sí que es mona". "Eso, eso. Es mona, joder. No es un bellezón, no es la más guapa del la facultad. ¿Por qué no pueden salir por ahí con una supermodelo que esté a su altura? ¿Por qué los guapos tienen que arrasar con todo y no dejarnos a los demás ni las migajas? Me cagoenBrad Pitt, ojalá se quede calvo pronto y... Buag, cómo les odio." Acto seguido, la francesa de mi compi estaba coreando una canción con Brad Pitt y Michael Ballack flanqueandola a ambos lados. Sí, parecía tonta cuando la sacamos del frasco, pero ahí estaba, con la mirada perdida, seguramente porque nunca se había visto en una situación tan expectacular y, eso sí, agarrada a los maromos a base de bien. Ante el temor de que la úlcera explotase definitivamente, comencé a soltar mis dudas razonables sobre la indumentaria halloweenera de Brad Pitt: "¿De qué va disfrazado? Mmm... Yo diría que de Backstreet Boy. Hombre, con esas ojeras que se ha puesto... De Backstreet Boy muerto, ¿no?"

Entonces comenzó a sonar la última canción de la noche, "Total eclipse of the heart", de Bonnie Tyler y, mientras se acerca al primer estribillo, Brad Pitt se da media vuelta y nos ve. Se acerca, emocionado (recordemos la alta dosis etílica), prácticamente se lanza sobre mi compañero (seamos conscientes de que no tiene ni puñetera idea del odio que almacena contra él, ni del mote que le ha puesto) y... se pone a cantar a pleno pulmón la canción, así, mirandole a la carita. Fue un broche ideal para la fiesta: el momento tierno y romántico de la noche. Mientras nos alejábamos del lugar de los hechos, dejamos a Brad Pitt y Ballack agarrados por los hombros, coreando eso de "one more song, one more song..." con muy poco éxito. Mi compañero desea entre dientes que sean gays, se casen y se conviertan en la pareja homosexual más guapa de Alemana y, probablemente, de Europa. Mientras, yo sigo urgando en la herida:
"Compi, compi... Probablemente te arrepientas toda la vida de lo que no has hecho hoy. Si Brad Pitt cantandote una canción romántica no te hace gay, nada lo hará. Mira que nunca vas a tener la oportunidad con un hombre más atractivo, ¿eh?" Bufa y rebufa ante mis tonterías, mientras concluyo: "Pero tú tranquilo. Lo de hoy fue muy bonito. Mira, si cuentas esto por ahí, serías la envidia de todas las chicas de la facultad. ¿No es genial?"

En el próximo capítulo: "Pollo: sé lo que hiciste el último Halloween". Una de terror, para la concurrencia

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Posted by la_filologa :: 7:36 p. m. :: 8 Comments:

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