Diario de una filóloga arrepentida
sábado, noviembre 04, 2006
Y si no... ¡a las barricadas!
Como ya intuía que iba a ocurrir, la primera clase de Habilidades para la Negociación DTMA (después de la tajada monumental alemana) me ayudó a perder miedo y angustias por negociar con gente que:
a) Habla inglés mejor que yo, y
b) Está acostumbrado al tema de las negociaciones.
Es lo que tiene ver a alguien borracho hasta el tambaleo cantando grandes éxitos de los 80: nunca más te intimidará, por impresionantes que puedan ser sus conocimientos. He de deciros que, a pesar de que en principio no me gustaba la idea especialmente, es una asignatura bastante entretenida. Todos los miércoles vemos un vídeo que recrea la parte de la negociación que nos toca estudiar, la comentamos, la profe nos da unas fotocopias con las claves y expresiones útiles y... la práctica. Divididos en parejas y con un papelito que explica la posición que debemos defender, preparamos la estrategia y a negociar contra los que tienen el papelito contrario.
Éste miércoles fue la última práctica antes de la primera que contará para evaluación. Tema: unos representantes sindicales, otros jefes de una empresa relacionada con la alimentación; discutimos sobre mejoras para los trabajadores que incluían el aumento de días de vacaciones, la construcción de gimnasio y piscina, un teléfono gratis para llamar a la familia cuando se llega tarde y un autobús gratis puesto por la empresa. A mí me tocó, junto con una chica madrileña (para que luego digáis que los odio a todos), ser representante sindical y sentarnos en la mesa de negociación frente a........................ chan, tachán TACHÁAAAAAAAAAAN....
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¡¡Brad Pitt!! Perrito piloto para quienes lo hayan acertado. El caso es que el tío hablaba y hablaba, porque los jodíos alemanes otra cosa, no, pero empiezan a hablar y dar vueltas sobre lo mismo una y otra vez y te acaban liando y haciendote creer que te hacen concesiones, cuando están dando lo que ellos quieren. Como representantes sindicales de pro, no nos dejamos amedrentar y, al final, conseguimos salirnos con gimnasio, piscina, bus de la empresa con descuento, teléfono gratis y, aunque no más vacaciones, sí más descansos durante los turnos. Así, fuimos la primera mesa de negociación en terminar, para tener la gran suerte de recrearnos en la de al lado. Porque, en plena discusión poco amistosa de los términos, se hallaba mi compi de casa contra............. (venga, bah, si es que lo sabéis)
...
Sí, sí: Michael Ballack. Había otro miembro del equipo más en cada lado, pero la verdad es que no importaba. Ellos eran los que llevaban el peso de la negociación. Según confesiones de mi compi, cuando veía que su partenair intentaba conciliar y calmar la situación, lo azuzaba para que la cosa siguiese tensa. Y tan tensa... desde la mesa negociadora bradpittiana podíamos ver con claridad como a Michael Ballack se le hinchaba la vena del cuello mientras soltaba frases en clara discordancia con la unidad que acababamos de estudiar sobre cómo suavizar las cosas. Desgraciadamente, mi compi nos quedaba de espaldas y no podíamos verlo bien, aunque nos lo imaginábamos. Enganchados estaban en lo peor de la discusión cuando la profe dijo que mejor acordaban hacer otro meeting para clarificar los puntos discordantes. Mal momento eligió la señora, tal como supe por revelaciones posteriores de ese otro sufrido habitante de este pequeño almacén-casa de chinos que es nuestro hogar irlandés. El corte se produjo tras el anuncio por parte de Michael Ballack de que las vacaciones NO eran negociables.
Con la palabra en la boca se quedó el cabecilla sindical, al borde de anunciar una huelga indefinida. Se lamentaba, sin embargo, de que igual el bello germano no comprendería la magnitud de una huelga a la asturiana. Nos imaginamos el proceso así:
Alemania: Una empresa quiere despedir a cierto porcentaje de trabajadores. Reunión del sindicato, elección democrática de representantes en la negociación y cómo se van a hacer las cosas. Reunión en la que se habla razonablemente. Sindicato que no está contento. Ahora sí, huelga (no trabajan, hacen ruído y ponen pancartas)Asturies-patria-querida-a-a: Misma situación de partida. Reunión del sindicato a la puerta de la empresa, al calor de los primeros cientos de neumáticos quemados. Gritos y mucho Cagondioooooooooos-Cagonlaviiiiiiiiiirgen, elección de lugares para quemar neumáticos donde joda lo más posible. De negociar nada. Se hacen barricadas a la entrada de la autopista (los innovadores alternan éstas con otras en las vías del tren y es como la lotería para el viajero asturiano... nunca sabes donde va a tocar atasco). Aquello parece Palestina durante una semana seguida. A los antidisturbios se les va la mano. La opinión pública se pone de parte de los currantes y amenaza con armarse la de Dios es Cristo. Ahora y sólo ahora, se negocia con la empresa. Por supuesto, ayuntamiento y Principado achuchan para que eso se solucione de una puñetera vez y se olvide lo de los antidisturbios.Y, en la conclusión que siempre dedicamos a saber con qué acuerdos terminó cada negociacion, vimos que la más educativa fue la que única en la que todos eran alemanes. Ah, las conclusiones destilaban el savoir-faire de una cultura tan rica y llena de contrastes como la germana. Los trabajadores se quedaron sin gimnasio y piscina, pero les hicieron una cafetería muy mona... en la que les regalaban comida según la cantidad de horas que trabajaran. Yo no daba crédito en mi silla:
"Espera, espera... ¿les ofrecieron comida gratis para que trabajasen horas extra y los sindicatos lo aceptaron, diciendo 'mira tú qué majos'? Pero cuantísimo legado dejó Hitler en ese país..." Es que llega a ofrecerme eso Brad Pitt y antes de que acabe la frase, fiel a mis raíces, estoy mechero en mano e intentando robarles las ruedas a los coches más cercanos.
Etiquetas: alemanes, brad pitt, michael ballack
Posted by la_filologa ::
1:33 a. m. ::
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