Diario de una filóloga arrepentida

viernes, marzo 24, 2006

Pánico en la autopista

Terminada la (en teoría) última hora del día, me dirigí hacia el último piso. Podía haberlo mandado todo a la mierda, pero decidí que si me esforzaba mucho-mucho por aprobar fonética, me sentiría mejor persona, más responsable y puede que hasta consiguiera un suficientillo.
Con unos cascos gigantescos (de esos que hay en la sección de música del Carrefour para que oigas tú solita lo último de Andy y Lucas xD) y un micrófono incorporado que riétete tú de Madonna en sus mejores tiempos, pasé veintitantos minutos repitiendo palabritas. Llego el triste momento final en que usas los cascos para escucharte a tí misma y… bueno, lo sigo odiando, pero recordaba el laboratorio como algo mucho más horrible y torturador.
De camino a la parada, apareció la paranoia número 1 del día: “mmm, yo había leído algo sobre que había un horario que cambiaba los viernes, un autobús que no venía o algo… ¿A que es el de Gijón de las 3 y media?” Ahí estaba, sola en la parada, mirando con ojitos de cordero degollado a todo viandante con una carpeta debajo del brazo, esperando que alguien se pusiera a la cola para confiar en que sí había autobús. A y veinte pasadas, otra chica con su carpeta se une a mí en la espera. Fin de la paranoia número uno.
El bus llega, arrancamos, miro al frente y… comienza la paranoia número 2. Un cartel que ponía “Bus universitario Oviedo-Avilés” en el parabrisas. Era el que veíamos nosotros, el revés del que se veía desde afuera. Pero la pregunta era: ¿Esos carteles ponen lo mismo por los dos lados o no? Me decía a mí misma: Piénsalo, piénsalo ¿leíste el cartel antes de subirte? Si. No. No sé, tenía hambre. AAAAAAAAHHH. Seguro que va a Gijón, porque los bonos de Avilés son de otro color. Pero el señor autobusero llevará desde las 7 de la mañana llevando gente de Gijón a Oviedo, de Oviedo a Avilés, de Avilés a Gijón. No le pidamos que encima se fije en los colorines. Ay, ay, ¿y qué hago si voy a Avilés? Llamo a Noe. ¿Pero dónde me bajo? ¿Y cuándo la llamo? ¿Cuándo esté llegando? ¿Ahora ya, para que vaya asimilando con tiempo que su amiga está tonta? ¿Y qué le digo? ¿”Adivina quien viene de visitaaaaaa…” o algo más directo, en plan: “no tendrás algo de comer por ahí”?
Ya sudando, con una tensión encima que no podía, la autopista que parecía que no avanzaba, veo que se acerca el punto clave. A un lado “Gijón-Santander”, al otro “Avilés-Coruña”. Cruzo los dedos. Bien, bien, coge el carril de la derecha del todo. Vaaaaamos a Xixón. Empiezo a cantar mentalmente “Esa villa marineeraaaaaaaa, de mi tierra asturianaaa, donde las olas del maaaaaar te despiertan de mañanaaaaaaa”. Demasiado pronto. El conductor se cambia de carril . Vuelven los sudores fríos, saco el móvil de la mochila. Me repito a mi misma: Si es que no puede ser, lo que no te pase a tí… Ya lo decía yo que hoy este bus pasó muy pronto. Que hay que leer los carteles, que leer es buenísimo para todo, ya te lo decía tu profe de Literatura en el instituto. En ese cambio de carril, os lo digo en serio, hubo un momento como los de los que se mueren en las pelis, que ven toda su vida pasar ante sus ojos. Sólo que yo me veía a mí misma subiendo al bus sin mirar el cartel una y otra vez, una y otra vez.
Entonces me dí cuenta de un dato clave: estábamos en el carril de enmedio. ¿¿Pero para dónde tira el carril de enmedio?? Entre los nervios y que no me había tocado ventanilla, no veía bien a dónde nos avecinábamos. Yo ahí: Jesusito de mi vida, eres niño como yo, por eso te quiero tanto y este carril que sea el de Xixón. Tuyo es y mío no. Ya teníamos encima el desvío AAAAAAAAAAAAHHH (grito interior hacia mí misma) que me voy a Avilés, que me voy a Aviles… Y una vez más… salvada. El conductor se había metido en el carril central para adelantar por la derecha al resto de coches que iban hacia Xixón. Así que cuando definitivamente ví Ensidesa (ahora Aceralia), supe que no había sido un espejismo: íbamos en el camino correcto. Y ante la fábrica echándo humos, volví a mi canción patriotico-festiva, ya a pleno pulmón mental Lo llevaré muy dentroooooo de mis entrañaaaaaaaas, no te olvidaré nunca, nunca nuncaaaaa aaaaaaa, Gijón del aaaaaaaaaaalma. CHIMPÚM.
Así son las cosas y así se las hemos contado. Mañana más.
Posted by la_filologa :: 11:40 p. m. :: 1 Comments:

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