Diario de una filóloga arrepentida

martes, marzo 21, 2006

Enamoramientos absurdos I: Vive la France!

Ante situaciones de estrés, la gente reacciona de diferentes maneras. Yo, no sé por qué, pero cuando llego a cierto punto, soy capaz de enamorarme hasta de una piedra. No es que diga: “Mmm, mira que wenorro está ese”. Qué va, qué vaaa. Me entran ataques de amor, en plan: “Dios-es-el-hombre-de-mi-vida-cómo-puedo-llevar-21-años-respirando-sin-saber-de-su-existencia”. Y lo paso mal conmigo misma.
Como ya me ha pasado varias veces, he llegado a hacerme a mi misma un psicoanálisis barato, con la siguiente conclusión: mi cerebro desarrolla un auto-engaño amoroso para que pueda dejar parte de mis energías en eso y relajar un poco de tanto exámen y tanto trabajo. Puede que sea así o no, pero es mi teoría sobre mí misma, digo que tengo razón y punto pelota.La cuestión es que me puede pasar con cualquiera, aunque suele ser alguien a quien acabo de conocer o que ya conocía antes, pero sólo de vista. No sé, un tío que viva 3 calles más allá de la mía, uno que sube en el mismo bus que yo, o que estudia en el mismo campus. O cuando salgo de casa, que siempre encuentro algún autóctono que me llegue al alma. Bueno, siempre siempre, no. En Madrid, por ejemplo, no encontré ningún ejemplar a mi gusto, es que una es muy del norte, si vamos a ser sinceros, el chicarrón del norte no pasa nunca de moda (al menos en mi casa.)Luego está el tema de la intensidad del cuelgue. Todo depende del grado de estrés que lleve encima. Por ejemplo, el verano pasado me fui a Canterbury sólo 3 días después de acabar los exámenes finales. Tantísima tensión acumulada desde mayo a julio, derivó en lo último que le puede pasar a una mujer con un mínimo de autoestima: el cuelgue adolescente. Este tipo de enamoramiento temporal tiene la peculiaridad de retrotraerla a una a los 15 años, ahí cuando te daba corte hablar con los chicos que te gustaban. Puff, que angustia, que sufrimiento con el dichoso francés. Lo pasaba mal hasta para decirle hola, yo creo que se fue convencido de que me caía mal. Joé, que me daba vergüenza hablar con él y que se notase que se me estaba cayendo la babilla. Qué triste, qué lamentable. No mola volver a los 15 años cuando tienes 21. Menos mal que el chico se fue a la primera semana. Ahí vino lo peor, porque una habría querido despedirse con toda la efusividad de Europa o más, pero claro, como apenas le hablaba al chico, no procedía.No contenta con ésto, aún viví en Canterbury un segundo tipo de flechazo: el enamoramiento fantasma. Mi amiga Lorena me preguntaba ayer si era posible estar loca por un tío sin enterarte tú misma, porque su familia, sus amigos, todo el mundo le decía “a tí te gusta menganito”, y ella nunca había caído en la cuenta de esa posibilidad. Pues eso es un posible enamoramiento fantasma, que se entera todo el mundo, menos tú. Mira que Danita insistía: “A tí te gusta Alex”, y yo, indignada: “¿¿A mí?? ¿Qué dices? Uy, que va, que va”. Y no le contestaba así por tímida, sino porque estaba convencida. Total, que el otro día me puse a repasar las fotos de Canterbury y me dí cuenta. Joé, si que me gustaba Alex, oye. Qué cosas.Lo bueno de estos enamoramientos es que, por lo menos, se te pasan pronto y se te queda un poco cara de tonta diciendo: “¿¿¿¿¿¿pero como me podía gustar eso,ahí con toda mi alma, si no lo conocía de nada??????????” Ya ves, es una de esas preguntas retóricas a las que nunca tendremos respuesta, en plan ¿de dónde venimos? ¿a dónde vamos? o ¿a qué huelen las nubes?. Y mira, que no es divertido, pero yo prefiero que el estrés me dé por este tipo de cosas que por, no sé, comprar un bazoka y liarme a tiros con todo lo que se mueva en el campus del Milán. Podéis dar gracias de que no sea ciudadana estadounidense, no vaya a ser que un día se me cambiase el chip y… PUM!!
Posted by la_filologa :: 1:00 p. m. :: 0 Comments:

Postea un comentario o cotillea los de los demás

---------------oOo---------------