Diario de una filóloga arrepentida

jueves, julio 27, 2006

¡Quiero un Oscar para ellos!

Sabéis que no suelo tirar de youtube en mis posts, pero estos chicos de clase de español se lo merecen.
Parece que el profe les encargó a nuestros simpáticos guiris hacer un corto en el que demostrasen sus habilidades con el nuevo idioma y, bueno, ahí está el resultado. Divertidos, con unas salidas buenísimas y su particular acento español. No os los perdáis.


Posted by la_filologa :: 12:23 p. m. :: 0 Comments:

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martes, julio 25, 2006

Ni gota de juicio

Como os lo cuento: ni gota de juicio me queda en el cuerpo desde que esta mañana me extrajera la última muela del idem un dentista rancio eehh… bueno, de pocas palabras.
El buen hombre entró y se lanzó a mirar mi radiografía. La enfermera se apresuró a comunicarle lo que yo acababa de decirle: de las 2 que salían en la radiografía, ya sólo me quedaba una por sacar.
-”¿Sólo una? ¿Cuál?”
-”Ésta”, contesté yo, señalando la encía que acabaría maltrecha minutos después.
-”¿Estás segura?”
Como chica abnegada y haciendo honor a la palabra ‘paciente’, asentí en lugar de soltarle: “No, la verdad es que no estoy segura. Como no me causó ninguna molestia ninguna de las otras tres extracciones, como no me dejaron un buen boquete y los puntos y el hinchazón no me jodieron viva obligandome a una dieta cuasi-líquida durante días, pues tengo un poco borroso qué muelas me sacaron y cual es la que falta. Las llaman operaciones, pero son divertidas, divertidas, como irse de botellón y, a veces, a una se le va la cabeza y ya no sabe donde la han rajado y posteriormente cosido a punto de cruz. NO TE JODE…”
“Estáte tranquila” , me soltó, más seco imposible, mientras me pinchaba la anestesia en la cara interna de la boca- léase paladar duro- y a mí se me caían las lágrimas. Y con eso, dió por concluído lo que tendría que decirme durante la pequeña, pero intensa, operación.
Ah, claro, majo, menos mal que me lo dices, ¿eh? Si es que tengo unas cosas… Un extraño que prácticamente no me ha dicho ni hola me raja la encía y se pone a tirar de mi aún incipiente muela y yo ahí nerviosa. Qué tonta, si eso es una situación que se vive todos los días, como ir a comprar una barra de cuarto.
En fin, desde aquí quiero saludar a tan amable médico, introducido en los usos y costumbres de los funcionarios como pocos. Esperemos que, por lo menos, me hayas hecho un zurcido decente. No como me pasó con la primera muela, que fue llegar a casa… y caérseme literalmente un trozo de hilo al quitarme la gasa a la hora indicada. Sí, sí, un punto que se cae a la media hora de la intervención. Brillante, magistral.
Posted by la_filologa :: 12:22 p. m. :: 1 Comments:

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jueves, julio 20, 2006

Mi casa es una gymkana

Que sí, que dirán que estar cerca de la muerte te cambia la vida. Pero los que dicen eso… es que nunca han estado con la casa en obras. Eso sí que te cambia la vida, la escala de valores y todo lo cambiable.
El tema de que te digan que van a trabajar en un trocito, pero acabe la casa entera empantanada, bueno, eso se da por hecho. Uno se va preparando psicológicamente semanas antes. Y lo de que haya que cortar siempre la luz, da igual que cambies las tuberías, el suelo de la cocina o las puertas, pase también, aunque eso ya jode un poquito más.
Pero levantarse inocentemente a las 9 y media de la mañana en plenas vacaciones, salir de tu cuarto, que es el último del pasillo, y encontrarte con que hay dos sillones obstaculizandote el paso porque tus padres opinaron que ese era el lugar donde MENOS MOLESTABAN mientras se cambiaba el suelo de la sala… eso no es ni humano, fijáos bien lo que os digo. Eso es crueldad y mobbing en el hogar y sabe Dios qué más.
Y ahí, con la legaña puesta, el pantalón del pijama, una camiseta de tirantes que se da de puñetazos con el color del susodicho pantalón porque la parte de arriba es de manga corta y con este calor no se puede y dos sillones en fila india que ocupan prácticamente la totalidad de la anchura del pasillo. Ponte a pensar en soluciones, sí, sí. Te olvidas de remilgos y te planteas que desayunar es más importante que tener dignidad. Recuerdas que de pequeña eras bastante garrula y te subías a los árboles e, inspirada por tan bellos momentos de tus años jóvenes… saltas el primer sofá cual concursante del Grand Prix. En medio de los dos, respiras para coger impulso (porque, para más inri, el polvo de la obra está consiguiendo empeorar tu asma), tiras las chanclas al otro lado porque acabas de ser consciente de que tu madre te reñiría si te viera pisando los sillones con ellas y, justo antes de lanzar una pierna por encima del respaldo, eres consciente de lo muchísimo que hay que sufrir para conseguir un triste vaso de zumo y una galleta del príncipe (de bekelair, no de felipín, ese de momento no vende accesorios de desayuno, aunque dale tú ideas a la Casa Real para sacar tajada… en fin). Sientes el esfuerzo de Carl Lewis durante el último metro de la carrera, la tensión de Valentino Rossi en la última curva y, cuando ya estás a medio camino de tu objetivo, un dolor de estómago parecido al de Materazzi ante Zidane por el impacto contra el respaldo.
Por fin apareces al otro lado dolorida, con una sola chancla, recordemos que aún con un aspecto lamentable, aunque más descolocada y despeinada que antes de iniciar tu particular gymkana. Tu madre se da media vuelta y te dice: “Uy, vidi, ¿cómo llegaste?” Te pasas la mano por la frente para secar el sudor y sentencias: “Saltando, mamá. Saltando.”
Posted by la_filologa :: 12:21 p. m. :: 4 Comments:

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martes, julio 18, 2006

Deja-vu

Anoche, mientras Ene Punto Erre Punto y yo buscabamos en el parque el árbol más adecuado para mear detrás, después de haber conseguido abrirnos paso entre la multitud de la Semana Negra, me dí cuenta: eso ya lo había vivido. Mismas protagonistas, misma urgencia casi dolorosa, mismo problema de incontencia a la hora de beber alcohol. Distinto parque, eso sí. Y de casualidad no tuvo ni un poco, no os creaís.
Una media hora después, en una mesa tomandonos el enésimo culín de sidra, hice amago de levantarme: “Que a mis amigos les dije que me quedaba esperándote para vernos diez minutos y tal, y ya hace más de una hora”. Ella reaccionó rápida, sincera y contundente: “Tus amigos ya están acostumbrados a que les digas que vas conmigo diez minutos y no saber más de nosotras hasta las tres de la tarde del día siguiente”. Pues sí.
Y es que, para lo poco que nos vemos, Ene Punto Erre y yo tenemos una gigantesca capacidad para el tropiezo sistemático y conjunto en la misma piedra. Bueno, y para los coros y danzas regionales: otro de nuestros puntos fuertes a dúo. Así que entre culín y culín, les narramos a sus amigas nuestros greatest hits: el viaje a Logroño con el Sporting, la visita a la Real Sociedad en Oviedo y nuestras sospechas sobre por qué Lee Chun Soo no paraba de darle vueltas a su perro y a mirarlo desde diferentes ángulos y tantas simpáticas anécdotas que adornan nuestras grandes experiencias vitales conjuntas. Y sí, lo confieso: no pudimos desperdiciar más nuestro talento para los coros y danzas y les cantamos, más felices que un ocho, la cancioncilla de San Vicente de la Barquera (somos unas chicas con mucho mundo, sí señor.)
Tras esta pausa obligada por las obras en mi casa, en los próximos capitulos de “DIARIO DE UNA FILÓLOGA ARREPENTIDA”, tendremos narraciones extraordinarias sobre mis simpáticas amigas haciendo turismo en Xixón.

PD: Deberíais habernos visto a Ene Punto Erre y a mí, en el momento del re-encuentro… Prácticamente avanzamos a cámara lenta la una hacia la otra y nos abrazamos como en las pelis, así de girar 360º. Aaah, la amistad… Bueno, y la sidra, que hace estragos
Posted by la_filologa :: 12:19 p. m. :: 2 Comments:

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jueves, julio 06, 2006

Ya tengo donde caerme muerta

Si, si, como os lo digo. A partir de hoy tengo donde caerme muerta en Dublín. Llevaba tal que un mes con el nombre y el número de teléfono de la casera de las chicas de la facultad que fueron este año allí de erasmus, pero no me había atrevido a llamar. Primero fue el stress de los exámenes, luego el curso de verano, que no llegaba a horas decentes como para llamar. Y luego llegó mi momento nosenosenose.
Es una especie de sensación rara que me aparece cuando sé a ciencia cierta que voy a tener una conversación con un hablante nativo de inglés. De repente, empiezo a pensar que no voy a saber explicarme. Como si se me fuesen a ir de la cabeza todas las estructuras, vocabulario y el idioma en general. La gracia de todo esto es que nunca me ha pasado en realidad y que, de hecho, soy consciente de que si he podido estar en Inglaterra hablando todo el día con nativos y desenvolverme sin más problemas, es absurdo tener semejante paranoia.
En fin, que esta mañana decidí que de hoy no pasaba y fui al locutorio. Marqué ese número infinito cruzando los dedos para que la dislexia no se interpusiera entre mi futura habitación y yo. Al principio me dijo que tendría que coger mi nombre y mi número de teléfono para avisarme cuando supiese algo fijo de los estudiantes que habían estado este año. Luego, avisándola de que conocía a sus ex- inquilinas, se puso super feliz y encantadora y me ofreció la única habitación cuyo inquilino ha acabado la carrera y ya no va a volver. Así que ya no voy a dormir under the bridge, como sospechaba en mis peores pesadillas. Tengo una habitación. Es pequeña y me dicen que no tiene ventanas. Será un zulo, pero es mi zulo. Hasta este año Patrick’s room. Desde hoy, my room.









Nooo, no es mi futura habitación de verdad, es una mera simulación. No lo intentéis en casa.
Posted by la_filologa :: 12:17 p. m. :: 2 Comments:

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