Diario de una filóloga arrepentida
martes, agosto 01, 2006
El roedor que me traicionó

Estaba esta humilde bloguera el pasado jueves noche hablando vía messenger con Carmen y Alba happy, cuando algo comenzó a ir mal. Un puntero en forma de flechita que se negaba a moverse de su sitio, montones de ventanas abiertas ante la imposibilidad de cerrar alguna, el nick de Carmen iluminándose en tono naranja fosforito una y otra y otra y otra y otra vez sin que yo pudiera hacer nada para acceder a esa conversación.
Así que probé EL MÉTODO. Sí, sí, todos lo utilizamos de vez en cuando ante todo tipo de problemas. ¿Alguna vez habéis visto a alguien utilizar el viejo recurso de cuando un guiri te pregunta algo por la calle y, al contestarle, no te entiende, decirselo mucho, mucho más alto, como si el problema fuese el volumen? Pues EL MÉTODO es ese recurso elevado a la categoría de solución ante dificultades tecnológicas: el arte de, si no funciona, repetir la operación. Pero más fuerte. Y si ni así va, aún más fuerte, hasta que te duele la mano o el cacharro se rompe. Todos estamos convencidos de que alguna vez nos funcionó con el mando a distancia, así que lo usamos para todo tipo de aparatos, independientemente de que no lleven pilas y sea imposible que el problema consista en que una se haya aflojado.
En estas estaba yo, dandole al ratón pa’lante y pa’trás, pa’un lao y pa’l otro con cada vez más ímpetu, pero con una falta de eficacia alarmante. Atrapada en mi conversación con Alba, ella dudaba de mis problemas informáticos, aduciendo que lo que pasaba es que yo no quería hablar con nadie más que con ella. Sí, Alba happy, sí, lo confieso: en el fondo echo de menos esas clases de Historia de la Lengua, esos sufrimientos con el vocabulario de inglés y, ante todo, ir a clase del Profe Plasta. Eso unía mucho y lo que quieras, pero mis problemas ratoniles eran verdad y estaban allí, aunque me creyeras sólo a medias.
Así, a las 12 de la noche e, imposibilitada para la conversación mientras millones y millones de ventanitas se abrían porque toda la lista de contactos de mi messenger decidió hablarme en ese preciso momento, apagué el ordenador vía teclado, triste y llorosa ante la dramática pérdida de ese… ese… ¡¡¡ROEDOR!!! que me abandonó y se fue para no volver.
Tengo uno nuevo, pero no sé si podré superarlo. Está todo demasiado reciente.
Posted by la_filologa ::
12:33 p. m. ::
7 Comments:
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