Diario de una filóloga arrepentida
miércoles, junio 28, 2006
El romance de Katia-Vanessa
Érase una vez, en una ciudad con bastantes obras y pasos de peatones puestos a mala leche, una dulce estudiante de Filología Inglesa conocida como Katia Vanessa. Era nuestra protagonista una chica risueña y alegre como pocas. Un día, presionada por la necesidad de completar los créditos de libre configuración, comenzó, junto con sus amigas perenganitas - ambas también muy risueñas a la par que guapas, simpáticas e inteligentes - un curso de verano. ¡Cuán equivocada estaba Katia Vanessa cuando pensaba que esa sería una semana más en su vida! La conjugación del azar y unas compañeras de curso con mala leche y ansias por quitar sitios la condujo despacio, pero directamente hacia su gran historia: el amor más puro y bonito jamás contado.
La primera jornada pasó sin más incidentes, pero la mañana de la segunda sería decisiva en esta historia. Se encontraba Katia Vanessa, sonriente y afable como siempre, jugueteando con la perenganita más cercana por su derecha: la perenganita manoeadora. Su inocente lucha de bolígrafos culminó en que sus gafas, bien por azar o por un juego del astuto destino, terminasen cayendo al suelo, pero por su izquierda.
Perenganita Katia-Vanessa no tuvo más remedio que buscarlas de forma discreta, pero ello no fue suficiente. Así que nuestra valiente heroína, armándose de valor, se dirigió al joven de su izquierda: “¿Te importa que te levante la mochila?” En aquella búsqueda sucedió algo que encendió la chispa: una mirada, una sonrisa, un tocamiento de pantorrilla, nadie puede conocer las razones de los enamorados. Poco a poco, se iba forjando tan bella historia. No había duda. El caballero silencioso abandonaba sus revistas y su nintendo para dirigir confidencias a la risueña Katia Vanessa. Ella, con una timidez inusitada, se negaba a confesarles a sus perens lo que ya era evidente. Antes de uno de los descansos mañaneros, cuando ya todos los alumnos habían firmado, nuestro apuesto galán, que era un poco
David Janer, le hizo una deshonrosa propuesta a su dama: hacer pellas juntos. Sin embargo, ella la rechazó con tristeza, ante la incertidumbre de no estar preparada para dar un paso más. El triste semblante de la joven durante la siguiente charla, ante la ausencia de su amado inspiró estos versos en la peren-escritora (YOOO, para el que se haya perdido)
“Katia Vanessa está triste
¿qué tendrá Katia Vanessa?
Los suspiros se escapan
de su boca de fresa”
Con las energías renovadas tras un pequeño ágape, nuestra protagonista se dirigía de nuevo a clase con una luz especial en sus ojos: iba a volver a ver a su caballero. Era tal la ilusión que la embargaba que no podía parar de reir ante el más mínimo comentario por parte de las perens. Pronto pasó la primera conferencia, en la que comenzaron los comentarios al oído entre la feliz pareja, mientras las cabreadas y envidiosísimas chicas de delante fulminaban a Katia Vanessa y sus perens con la mirada, sin ningún tipo de justificación. Durante la segunda hora, los trabajos de grupo facilitaron que aquello se consolidara. El apuesto galán, que recordemos que se parecía a
David Janer en más bajito, aceptó con valentía el reto de improvisar una exposición oral de un minuto y todo por amor a su dama (y porque de 4 personas del grupo, 3 estaban en su contra, claro). Fue tan romántico su tema, que no quedó duda de que allí había surgido algo.
Mientras Katia Vanessa y sus fieles perens se alejaban discretamente del lugar de los hechos, su amado se despedía con un “Hasta mañana” especialmente alegre. Bueno, o especialmente alegre para lo que es él. La reacción de ella era inequívoca y no pudo negar más ante sí misma y ante las perens sus verdaderos sentimientos: le gustaba de él, ante todo, la idea de que por sus conocimientos informáticos supiese pasarle los árboles de sintáxis a ordenador y, si hubo algo que la ilusionó especialmente, fue esa falta de rodaje que se intuía en las palabras y acciones del joven- parece que muy joven- caballero. Y Katia Vanessa se despidió de las perens que le habían hecho comentarios de ánimo tales como “Dí que sí, que Marujita fue muy feliz con Dinio mientras duró. El amor no tiene edad.” Mientras se iba, hizo una última confesión: planeaba, con premeditación y alevosía, pensar esa noche en su amado príncipe: “Durante dos minutos antes de dormirme”.
Y así concluye, por el momento, el romance de la risueña Katia Vanessa y su adorado y joven galán falto de rodaje. ¿Lograrán superar los obstáculos y a las compañeras de delante envidiosas y consolidar su relación en el breve plazo de día y medio? Todo ello en el próximo capítulo de “Perenganitas: el culebrón.”
Posted by la_filologa ::
9:45 p. m. ::
2 Comments:
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