Diario de una filóloga arrepentida

martes, junio 27, 2006

Las perenganitas te lo cuentan todo, todo

Levantarse a las 7 de la mañana es jodidillo ya de por sí. Levantarse a las 7 de la mañana cuando ya has acabado todos los exámenes, porque necesitas hacer un curso de verano debido a que algún listo inventó los créditos de libre configuración más que jodidillo, es una putada.
Sin embargo, ayer por la mañana me encaminé a Oviedo para comenzar, junto con Carmen, esos 132 euros… ese cursillo, digo. La primera sorpresa del día fue encontrarnos una cara conocida en la fila de delante.
“¿Esa no es Vane?” apuntó Carmen, que estaba más despierta que yo. Una vez decidido que sí que era, la llamamos discretamente para que se uniera a nosotras: “Peeereeeeeeeeeeeen, ¿cómo tú por aquí?”
INCISO: Peren, diminutivo cariñoso de Perenganita, que es un gentilicio ampliamente utilizado por cierto sector de los alumnos de cuarto de Filología Inglesa de este año. ¿Sus origenes? En frases habituales de cierta profe, que es incapaz de decir el típico “fulanito” o el un poco más raro, pero todavía común, “zutanito”. Ella utiliza “perenganito” y esa fue una palabra que nos caló muy hondo. Todas somos perenganitas, porque nosotras lo valemos. Además, igual que hay Barbies veterinarias, policias y seguramente hasta taxistas, las perenganitas pueden ser de muchos tipos: Perenganita Katia-Vanessa, Perenganita quejandose de todo, Perenganita escritora, etc, etc. Lo bueno de ser Perenganita es que, como no tienes a Mattel detrás forzandote a una profesión, puedes elegir convertirte en Perenganita-lo-que-sea cuando te de la gana. FIN DEL INCISO PERENGANITO.
Así que, como tres Perens valientes, solas ante el peligro, nos decidimos a triunfar en el curso y a aprender, vamos, una exageración. Nos gustó especialmente enterarnos del detalle de que el Powerpoint triunfa en general y no sólo en nuestro campus. Y es que, ¿cómo resistirse? Si es que te convierte una sosa clase en un carrusel mágico de alegría, luz y color.
Después de una introducción bastante plasta, una tarde entretenida con un profe portugués que traducía “succeed” por “suceder” y “encourage” por “encorajar” y que nos abrió la puerta del conocimiento sobre todos los tipos de motivación en el mundo mundial. Lo mejor llegó con la lectura y reflexión de unos fragmentos de dos libros para niños y jóvenes de primero de carrera que versaban sobre este tema. No veáis el dilema que se traía Gervasio, escribiendole cartas a su ombligo sobre qué eran los objetivos y cómo había que plantearselos. Menos mal que en su facultad tiene quien lo alegre: esa mujer de su vida que se llama Katia Vanessa, cuyo nombre, impresionante en todos los aspectos, ha sido tomado por una de las Perenganitas.
Y, con estas, llegamos a hoy: el día en que las Perens lo contaron todo, todo, todo. Unos tres o cuatro tests nos han hecho tranquilamente y yo empiezo a sospechar… con el cuento de que el curso es en la Facultad de Psicología, para mí que quieren aprovechar y sacar tajada de los aturdidos estudiantes en busca de la escurridiza libre configuración: no sólo pagamos, sino que también somos conejillos de indias para los aprendices de psicólogos.
Que encima uno se mosquea cuando le preguntan según qué cosas. Te dices: Joer, yo no soy tan rara, ¿vale? Por poneros algún ejemplo, entre las motivaciones que teníamos que numerar del 1-nunca al 5-siempre por las que “Yo me esfuerzo en mis estudios”, estaban:
- “Porque quiero que todos vean lo inteligente y voluntarioso que soy”
- “Porque no quiero que las personas que más me importan se avergüencen de mí”
- “Porque no deseo dar una imagen de fracasado ante las personas importantes para mí”
- “Porque deseo evitar el rechazo de mis padres”
- “Porque no deseo que los profesores me tengan aversión” Mira, ahí tenían razón, yo no deseo eso.
- “Porque en el futuro no me gustaría engrosar las listas del paro” Ahí me sentí totalmente de acuerdo y, en un momento de desdoblamiento de personalidad, me contesté a mí misma: ¿Y entonces para qué te metes en Filología Inglesa, chata?
Diréis lo que querais, pero a mi nadie me convence de que ésto no sea un test detector de depresión y transtornos varios. O, para ser más exactos, diremos que los transtornos varios serían más detectables en el otro test, el de inteligencia emocional. Venga una y otra vez que si tienes amuletos, que si crees que la luna influye a las personas, que si te parece que la gente puede introducir pensamientos en la mente de otros, que si piensas que un resultado malo en un exámen puede significar poco menos que la destrucción de todo tu futuro, que si crees en los platillos volantes (tal cual), que si te ofende que otros te insulten sin razón (y con razón también me ofendería, no te jode), bueno, un sinfín. Pero, para concluir, dejaré aquí, para la posteridad, una frase que está escrita a medida para nosotras: una en la que aparece, casi de protagonista, una compañera de clase, y eso hay que destacarlo:
72- No me importa que la gente que sabe menos que yo actúe como si fuese superior y me dé consejos.
Ay… inspirado en ella, como hecho a la medida. En fin, seguiremos informando.
Posted by la_filologa :: 9:41 p. m. :: 2 Comments:

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