Juanjo Valencia, ex-portero del Athletic, Sevilla, Sporting, Nastic de Tarragona y Racing de Santander. Ese, el primer guardameta con el que los de mi generación descubrimos que, para ser portero de fútbol, no era necesario ser un señor calvo. El de los cafés es en versión más joven, se entiende.
Pero sigamos con nuestra apasionante historia. Tras dos días de cafés y/o infusiones varias durante mis 10 minutos escasitos de descanso, a la salida, me pasé por el stand de Heineken a saludar a las simpáticas currantas del lugar e informarlas de los motivos de mi ausencia y de la existencia de un especimen buenorro al otro lado de la carretera. Que una no es egoísta y puede compartir el placer visual con el prójimo sin ningún problema.
Chica Heineken 1: "Uuuuh, ¿qué me cuentas? ¿En donde los Cafés TalyCualComoSeLlamen?"
Filologuicienta: "Allí mismo."
Chica Heineken 1: "Pues que sepas que yo me enteré... de que ahí ganan 900 EUROS"
Filologuicienta: "Mmm, así que guapo y buen partido... Bueno, al menos durante este mes"
Al día siguiente, Maríaladeenfrente y yo nos lanzamos nuevamente a la aventura cafetera. Ya cuando cogimos el ticket, vimos que la cosa no empezaba bien. La mujer encargada del tema no acababa de enterarse, así que cuando ya iba a cobrarle, nos hizo volver a comenzar la conversación desde el principio. Sí, con el "Buenas tardes" incluído. Fue todo bastante ridículo y si semejante charla no se convirtió en lo peor que nos sucediera en tan pocos minutos fue por el poco menos que intento de agresión que sufrimos en el baño por parte de varias señoras. Como lo leéis, fuimos atacadas por ejercer nuestro derecho como empleadas de la Feria a pasar al baño las primeras.
Después, grandes dificultades para que los encargados de servirnos los cafés comprendiesen lo que queríamos ("en vaso grande. GRAAAAAANDE, que si no se me cae al cruzar el pabellón. Con tapa. ¡Eh! Perdona... Por favor. Necesitaríamos unas tapas. TAAAAPAAAAS. Una para cada café, ya, por pedir... Sí, igual que ayer, antesdeayer y los últimos 10 días, sí.") Hay un empleado, un chico alto que incluso con el uniforme puesto parece un poco fashion, que creemos que nos ignora deliberadamente. Al menos eso es lo que parece cuando está situado a un metro de nosotras y mira hacia el lado contrario. El guapo afortunadamente ya no está masticando, pero anda perdido en la otra punta de la barra, así que sólo nos queda una esperanza. Maríaladeenfrente me medio-susurra que ese chaval ya le va cogiendo confianzas y, viendo que ella tiene muchas papeletas -literalmente- para ganar la bici, ha intentado camelarsela:
Amigo cafetero de Maríaladeenfrente: "¿A tí te gusta andar en bici?"
Maríaladeenfrente: "Mmmm, pues sí".
Amigo cafetero de Maríaladeenfrente: "Y... ¿tienes novio?"
MAÑANA... ¿cómo terminará la conversación de Maríaladeenfrente y su nuevo amigo? ¿Surgirá la llama del amor y será éste el comienzo de una serie de relaciones chicosdelcafé-chicasdelpabellón? ¿Es humanamente posible que los que más cobren por esos 15 días de trabajo sean los más incompetentes del lugar? ¿Qué tipo de selección de personal se llevó a cabo? ¿Comprenderán algún día el concepto "vaso grande con tapa porque si no se me cae por el camino y la gente se cabrea y me pega"? ¿Serán víctimas las jóvenes protagonistas de otro intento de ataque en el baño? ¿Qué oscuro, oscuro secreto descubrirán estas valientes chicas sobre el guapo del café? Todo eso y mucho más, en el próximo capítulo.
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